Cierra los ojos. Imagina una playa, la más hermosa que hayas visto. Las olas golpean suavemente la orilla llenándola con una esponjosa espuma blanca. La arena centellea a tus pies debido al fulgor del sol en lo más alto. Su calor atraviesa tu cuerpo y te relaja.
No hay nadie más en la playa, sólo tú. Escuchas el sonido de la marea y de las gaviotas revoloteando en el cielo. Y te relaja.
¿Lo sientes? Es paz. Algo que nuestros sentidos aprecian mejor que nuestra mente, pues se encuentra en nuestros corazones.
El ser humano necesita la paz y tiene el poder de conseguirla. Paz es estar cómodo con tu entorno. Apreciar las diferencias de todo lo que nos rodea y querer compartir nuestra vida con ellas.
No hablo de mera tolerancia, sino de sentir la sensación de la playa en cualquier lugar del mundo.
No creas que la paz la deben conseguir los demás y tú sólo añadirte, sino que en cada uno de nosotros se encuentra un trozo que el mundo necesita. No hablo de ausencia de guerras, sino ausencia de intolerancias.
¿Acaso no deberían poder sentir todos la paz y tranquilidad en su interior? Dejar a un lado el miedo que nos oprime y debilita.
¿Acaso no somos todos iguales? Seamos españoles, vietnamitas, sudafricanos, chinos, judíos, cristianos, musulmanes, homosexuales o heterosexuales. Y la diferenciación más importante, ¿acaso no son seres humanos tanto el hombre como la mujer? ¿No tenemos todos el mismo derecho a sentir la paz en nuestros corazones?
Me gustaría que vierais un vídeo que pongo a continuación. Prem Rawat, maestro en temas de paz, habla sobre ésta con muy sabias palabras.
Cuando midamos las cosas de acuerdo a las similitudes y no a las diferencias, será el día en que empezaremos a establecer los cimientos de la paz. Y es que, como dice Prem Rawat, está bien hablar de paz, pero es mejor sentirla.
Video: EDKN
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