La vida se compone de diversos momentos que se repiten, aún siendo únicos, como el tejido de una tela.
Nos sorprende cuando un día, con similar frescura, entre en nuestra vida una nueva oportunidad. Tomamos una elección que ya habíamos tomado, pero con la cautela que te brinda la experiencia, conociendo su intríngulis.
Las personas que amamos y perdimos, ¿vuelven?. En nuestro corazón, la esperanza alza la mano, y dice “Si”.
Sin embargo, pensamos en los errores, pasados. Tan presentes a veces, que los vemos como futuros errores, pero nos encanta caer siempre en la misma trampa, porque somos los únicos que nos podemos permitir caer y levantarnos tantas veces como queramos, y disfrutar tanto de la caída que al levantarnos pensamos que nada ha pasado.
Tenemos la oportunidad de rehacernos, de ser nosotros mismos, de mejorar, de limpiar las heridas, relamerlas y seguir con fuerza.
Al final, el corazón manda, porque la razón, no es más que el corazón sin “co”.
Es curioso, pero jamás he leído nada que relacione al corazón con la razón de esta manera (No soy muy lector tampoco). En el español, el prefijo “co” significa compañía. Corazón por tanto, lo podríamos definir así “Que acompaña a la razón”.
Razón y Corazón… Sentimiento y cabeza, unidos, no divididos.
Con el corazón… siempre llevamos la razón.
Bienaventurados los que piensan con el corazón, porque su vida nunca se verá vacía.
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