Muchas veces a lo largo de la vida tendemos al pesimismo. Nos encontramos agotados de las críticas, el esfuerzo sin recompensa y demás cosas desagradables. Solemos perder la esperanza y entonces nos derrumbamos. Creemos sin más que no valemos y lo dejamos estar.
Como he dicho anteriormente, si que valemos aunque nos cueste apreciarlo en ciertos momentos de abatimiento. Y quiero demostrarlo con un simple ejercicio que personalmente me encanta, suelo hacerlo casi todos los días.
Lo he propuesto con anterioridad, pero para un fin algo distinto. He querido añadir aquí una melodía que me gusta mucho, por si alguien quiere utilizarla de inspiración.
Bien, elige una superficie lisa y cómoda, un sillón, una cama, el suelo... y túmbate. Cierra los ojos, respira hondo y utiliza la mente para hacer el bien en este caso. Nada de pesimismo, ¡no! ni una sola idea. Busca en tu memoria todas las maravillas que has hecho esta semana o incluso en este mes, si quieres hasta puedes utilizar tu vida entera.
¿Has hecho algo bien en el trabajo o aprobado algún examen? ¿Has hecho alguna otra labor por la que sentir orgullo? Piénsalo, vuelve a vivir el momento y siente esa felicidad que deriva de tu valía. Porque ¡tú si que vales!.
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