Es de día, el sol entra por tu ventana al igual que el murmullo de la gente. Comienza una nueva jornada y ya estas cansado.
Te levantas, te duchas, te peinas y acicalas, usas tus mejores galas. El mundo espera.
Llegas a tu puesto de trabajo, ¿Eres? Soy.
Un cubículo de muchos. Una mesa de tantas y tic tac, comienza a pasar el tiempo.
En tus labios una sonrisa, en tu corazón un pesar. Todo tan falso. Te encasillas como todos los demás.
Te prestas a ojos ajenos, a miradas infelices como la tuya y tus pensamientos vuelan hacia los demás. ¿Qué dirán de mí? Te importa.
Al fin el día se está acabando, puedes salir de tu celda para entrar en otra. Te miran, te siguen, te observan.
Notas el aliento en tu nuca. Vigilas a tu alrededor y sólo ves personas, caras funestas, miradas que te siguen.
Lo notas, lo ves, lo hueles. Huyes. Vas a toda prisa por apartarte del miedo, la ansiedad, los prejuicios…
Huyes por no soportarlo. Huyes por no combatirlo.
Huyes de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario