¿Quien quiere tener a su lado a alguien perfecto para que resalte sus defectos? Nadie.
Siempre que alguien tiene una virtud tiene un defecto. Ahí está lo bonito. La perfección es la imperfección. Somos imperfectos por naturaleza y aceptarlo nos hace perfectos.
Al diablo con los cánones de belleza empleados por las empresas de cosméticos, al diablo con las rubias tontas y las morenas listas, con las misses, las top models, las play boy, todas esas mujeres que para seguir manteniendo su imagen se pegan el día de hospital en hospital y de tienda en tienda, sin olvidar pasar por chapa y pintura. ¿Son felices? ¿Tienen vida?
Yo soy imperfecta y me alegro de no tener que llegar cada día a un listón impuesto por la sociedad.
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