Caminaron de vuelta hasta la puerta del convento. Allí, el Alquimista dividió el disco (de oro) en cuatro partes.
- Ésta es para usted -dijo ofreciéndole una parte al monje- . Por su generosidad con los peregrinos.
- Esto es un pago que excede a mi generosidad -replicó el monje.
- Jamás repita eso. La vida puede escucharlo y darle menos la próxima vez.
Este fragmento de El Alquimista de Paulo Coelho me recuerda a algo que solemos hacer a menudo: menospreciarnos.
Muchas veces alguien nos hace un halago que nosotros mismos no somos capaces de asimilar y por tanto lo rechazamos. El típico: “¡Qué guapa estás hoy!” o “¡Que buen trabajo” se convierte en un recuerdo a nuestra baja autoestima y simplemente contestamos con un “No es cierto” dejando que nuestra mente también crea que no lo es. Mensajes negativos que nos autoinculcamos y de los que nos autoconvencemos.
Pero dime, ¿qué ocurre cuando sucede lo contrario? Cuando te llaman fea o feo, o te dicen que eres torpe. Ahí sí, eso sí. Es más lógico pensar que lo hacemos todo mal y lo asumimos sin rechistar.
Tu mente está cargada de negatividad y eso es lo que acepta. Aprende a decirte cada día ¡Qué guap@ soy! ¡Qué arte tengo! Y sobre todo, por encima de cualquier cosa, no rechaces un halago regalado, responde con un “Gracias”, porque como dice el Alquimista la vida puede escucharlo y darte menos la próxima vez.
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