Lejos quedan ya esos momentos en que la gente vivía unida y en paz. En que las tierras eran de todos y, como hermanos, se ayudaban unos a otros a pasar las penurias. Luego la sociedad se expandió y con ello llegaron los problemas: lo mío es mío, lo tuyo es tuyo, cada uno en su casa y dios en la de todos.
Los tiempos han cambiado, pero a peor. Nadie recuerda ya lo que es ayudar al prójimo, o lo que es sufrir tal necesidad que te lleve a mendigar reduciendo a 0 el propio orgullo.
Todos somos conscientes de que el país va mal, la economía va mal, el empleo va mal. Lo que quizá no se han dado cuenta es que la humanidad va aún peor. Todos vivimos la misma crisis y claro está que no nos sobra tanto como antes, pero una pequeña ayudita no se le debe negar a los que realmente la necesitan.
Este mensaje tiene que ver con un artículo que leí hace poco y me dejó boquiabierta. Un hombre mendigaba en el supermercado unos pocos euros para poder llevar algunos alimentos a su hogar. Tras hacerse los sordos la mayoría de los allí presentes, finalmente consiguió que un chico y una mujer mayor le proporcionaran una pequeña ayuda para que su familia tuviese algo que comer. Historias así conmueven a quien tiene corazón, eso seguro. Lo malo es que hay muchas personas que tienen ese músculo inactivo desde hace demasiado tiempo.
* Aquí tienen el artículo por quien quiera leerlo:«Lo que acaba de ocurrir en Mercadona es terrible e ilustra muy bien el estado de las cosas»
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