Hace un tiempo estaba bastante angustiada. Me presionaba a mí misma para hacerlo todo correctamente y esa actitud me generaba ansiedad.
Entonces hablé con una amiga de la familia que se dedica a la psicología y al contarle mi problema me hizo plantearme una pregunta: "¿Y qué?".
No la entendí al principio así que lo puso práctica:
- A ver, ¿qué te preocupa? - me preguntó
- Suspender los exámenes - contesté
- ¿Y qué? ¿qué ocurre si suspendes?
- Pues que me tengo que volver a presentar
- ¿Y qué? - insistió
- Pues que tengo que volver a estudiarlo todo
- ¿Y qué? - preguntó una y otra vez hasta darme cuenta de que realmente eso no era un problema.
Después de esa conversación empecé a plantearme mis "problemas" desde otra perspectiva, desde la solución. Con cada situación estresante me preguntaba "¿y qué?" hasta dar con el final, logrando así disminuir la ansiedad.
Hoy aun sigo utilizando esa técnica. Por ejemplo, el otro día llegaba tarde al dentista y eché a correr. A mitad de camino me dí cuenta del estrés y el agobio que me estaba suponiendo el que el tiempo se me echara encima o yo me echara encima de él. Respiré, me relajé y me pregunté: - ¿y qué? ¿qué ocurre si llego tarde? que pueden pasar al siguiente y simplemente tendré que esperar un poco más. ¿Y qué pasaría si ya hoy no pueden atenderme? Pues que cogeré cita para otro día. Entonces, ¿pasa algo malo? No. Así que fui tranquilamente.
No hagamos un mundo de una tontería, la salud está primero. El estrés, la angustia, la ansiedad, el agobio... todo ese tipo de presiones a los que nos autosometemos no son nada bueno.
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