domingo, 30 de septiembre de 2012

Temores

Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo. 

Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso cuando no lo intento. 

Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta que de todos modos opinan. 

Temía me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mi mismo. 


Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer. 

Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras. 

Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo. 

Temía al odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que ignorancia. 

Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mí mismo. 

Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día. 

Temía al pasado, hasta que comprendí que es sólo mi proyección mental y ya no puede herirme. 

Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella. 

Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar. 


Hagamos que nuestras vidas cada día tengan más vida y si nos sentimos desfallecer no olvidemos que al final siempre hay algo más. 

Hay que vivir ligero porque el tiempo de morir está fijado. 



- Ernest Hemingway -

viernes, 28 de septiembre de 2012

Observando el mundo

Mi perra ha tenido siempre la extraña afición de observar el mundo a través de la ventana, y su hija aveces la sigue en sus hábitos.

¿Qué ve? Pues lo mismo que tú y que yo: personas, coches, edificios, árboles, otros perros... Pero estoy segura de que su observación es muy diferente.

Nosotros solemos asomarnos a la ventana por algo en concreto, sin embargo ella mira por el placer de observar el movimiento en las cosas.

Me siento en ocasiones con ella y la contemplo girar la cabeza y enfocar su mirada hacia cada movimiento de las hojas de los árboles, cada paseante... Cada cosa inesperada la registra y persigue.

Nosotros una vez tuvimos esa inocencia, pero la perdimos hace tanto que ya ni lo recordamos. Por eso intento ver el mundo a través de sus ojos cuando puedo: respirar, relajarme y añadirle ese punto de ingenuidad a mi visión de la vida. Lo recomiendo.

domingo, 23 de septiembre de 2012

La búsqueda errónea

Como ya he dicho en anteriormente: la vida es un constante aprendizaje. Tanto es así que en estos días he aprendido algo nuevo que quisiera compartir.

Mi padre me enseñó de pequeña que sin estudios no es posible llegar lejos, pues sin estudios no hay trabajo, sin trabajo no hay dinero y sin dinero no hay casa, comida, etc, y ¿quién no cree a sus padres en una temprana edad? Pues basé todas mis creencias en que los estudios eran un pilar básico en la vida de cada persona.

Al crecer me di cuenta de que mucha gente no opinaba lo mismo y un gran porcentaje de mis compañeros acababan abandonando el instituto o la universidad. "No llegarán lejos" me decía.
Pues bien, el otro día me senté a hablar con un amigo y me contó que el había abandonado sus estudios.
- ¿No crees que hiciste mal? -le pregunté-. Sin estudios no hay trabajo.
- No creo que hiciera mal -me dijo- Yo ya tenía trabajo, ¿para qué continuar estudiando?
- Pues para aspirar a algo mejor
- Era el trabajo que siempre había querido y hoy, más de diez años después, sigo ejerciéndolo.

Eso me hace plantearme: ¿no será que estamos buscando las cosas en el lugar equivocado? Creía que para conseguir los objetos de nuestras necesidades hacia falta estudiar, buscaba el dinero en el estudio cuando sólo es un camino hacia él.

Entonces pensé en todo lo que he buscado en otro sitio erróneamente, por ejemplo el buscar la felicidad en el amor o en la amistad. La felicidad está en nosotros, el amor o la amistad es otra vía de acceso a una felicidad pasajera: cuando se acaba el amor, la felicidad se va.

¿Verdad que no vas a ir a buscar las llaves del coche en la nevera? No es su lugar. Pues el amor está donde está el amor, la amistad con la amistad y la felicidad en nuestro interior y no se deben confundir, como mi búsqueda errónea de mis necesidades en el estudio.

No quiero decir que no esté bien estudiar, amar o tener amigos, simplemente debemos saber cual es el lugar que corresponde a cada cosa.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Muere lentamente

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.
Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días los mismos
trayectos,
quien no cambia de marca,
no se atreve a cambiar el color de su
vestimenta
o bien no conversa con quien no
conoce.
Muere lentamente
quien evita una pasión y su remolino
de emociones,
justamente estas que regresan el brillo
a los ojos y restauran los corazones
destrozados.
Muere lentamente
quien no gira el volante cuando esta infeliz
con su trabajo, o su amor,
quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir
detrás de un sueño
quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida,
huir de los consejos sensatos...
¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡NO TE IMPIDAS SER FELIZ!

-Martha Medeiros-

sábado, 15 de septiembre de 2012

El verdadero valor del anillo

Hay una vieja historia de un joven concurrió a un sabio en busca de ayuda.
-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar maestro?. ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

 El maestro, sin mirarlo, le dijo:
- ¡Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mis propios problemas. Quizás después… Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
- E… encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas-.
- Bien -asintió el maestro-. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho agregó: Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo para pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

 El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, así que rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. ¡Cuánto hubiese deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y su ayuda.

- Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir 2 ó 3 monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
- ¡Qué importante lo que dijiste, joven amigo! -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo?. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

 El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
- Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
- ¿¿¿¿58 monedas???? -exclamó el joven-.
- Sí, -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente…

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
- Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya única y valiosa. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
 Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

-Jorge Bucay-

sábado, 8 de septiembre de 2012

El puzzle

El padre estaba intentando leer el periódico, pero el hijo pequeño no cesaba de molestarlo. Ya cansado de aquello, arrancó una hoja, que mostraba el mapa del mundo, la cortó en varios pedazos y la entregó al hijo.

- Mira, ahí tienes algo que hacer. Acabo de darte el mapa del mundo y quiero ver si consigues montarlo exactamente como es.

Y volvió a leer su diario, sabiendo que aquello mantendría al niño ocupado por el resto del día. Quince minutos después, no obstante, el chico volvió con el mapa montado.

- ¿Es que tu madre te estuvo enseñando geografía? - preguntó el padre, aturdido.

- Ni sé lo que es eso - respondió el niño -. Es que en el otro lado de la hoja había el retrato de un hombre. Y, una vez conseguí reconstruir al hombre, también reconstruí el mundo.


El mundo no puede avanzar si las personas no avanzamos.

Guerrero de la Luz



“Un guerrero de la luz comparte con los otros lo que sabe del camino.
Quien ayuda, siempre es ayudado, y tiene que enseñar lo que aprendió.
Por eso, él se sienta alrededor de la hoguera y cuenta cómo le fue en su día de lucha.
Un amigo le susurra: ¿Por qué revelas tan abiertamente tu estrategia? ¿No ves que actuando así corres el riesgo de tener que compartir tus conquistas con los otros?
El guerrero se limita a sonreír, sin responder.
Sabe que si llegara al final de la jornada a un paraíso vacío, su lucha no habría valido la pena.”
-Paulo Coelho-


Estirando nuestras posibilidades

¿Estrés? ¿Tensión?

Tras acudir a un curso de relajación impartido por un centro de salud cercano, me he dado cuenta de la importancia de un buen estiramiento de los músculos de nuestro cuerpo.

Quizá tendemos a relacionar este tipo de actividad con el deporte, pues bien sabido es que antes de un duro entrenamiento lo mejor es estirar para no hacernos daño. Pero esa no es la única función que tiene.

Verán, como he dicho en una entrada anterior, cuando nos estresamos nuestros hombros tienden a subir y nuestros músculos a engarrotarse. Una vez aprendido a cómo llevar los hombros para evitar que la tensión vaya más allá, deberemos aprender a que no se extienda al resto del cuerpo.

Soltemos el estrés, ¿cómo? con unos minutos diarios de estiramientos. Valen los mismos que hacemos antes del inicio de cualquier deporte, siempre y cuando estiremos desde los pies a las manos, pasando por todos los músculos de nuestro cuerpo, incluso los de la cara.

El relax es instantáneo. ¿No me crees? Pruébalo.