Hoy he tenido el placer de escuchar por casualidad una historia de superación personal que no he podido evitar escribir en este blog.
Este hombre de la foto se llama Howard Jackson y actualmente se encuentra vendiendo pañuelos en los semáforos de la localidad de Camas, en Sevilla, donde vive de okupa desde hace 8 años.
Howard proviene del país de Liberia, del que tuvo que huír con 16 años en medio de la guerra. Perdió a su familia y sobrevivió como pudo. A día de hoy es un apátrida, es decir, que no tiene nacionalidad alguna ya que aun no tiene permiso de residencia en España y la República de Libera señala que su nacionalidad liberina no puede ser probada.
Lo que más me ha llamado la atención de este hombre es que, a pesar de todas los infortunios que afectan su vida, no repercuten para nada en su buen humor y sus ganas de seguir luchando. Todos los días se viste con uno de sus 200 disfraces y sale al mundo con la intención de contagiar su mejor sonrisa al resto de habitantes. No le importa el frío o el calor, no le importa lo que dirán, no le importa nada más que el ratito de felicidad que le concede a cada uno de los vecinos de su localidad al verlo con sus mejores galas.
Pantera, monja, caperucita roja, cleopatra, escocés, veneciano, princesa, centurión romano, torero o pastora, como en la imagen, son algunos de los carácteres que utiliza cada día para poder cumplir su sueño y es que, no he contado aun lo mejor de todo: para qué quiere el dinero.
Howard utiliza sus beneficios para estudiar Derecho en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), pues su padre quería que estudiara esa carrera y él quiere ser juez. Aunque por su mala economía sólo pueda matricularse de dos o tres asignaturas al año está claro que no se rendirá nunca.
Siempre he tenido presente que si quieres, puedes y si no que le pregunten a Howard, el vendedor de pañuelos.